Novena a la Divina
Misericordia
El Viernes Santo del año 1937, Jesús le pidió a
Santa Faustina que rezara una novena especial antes de la Fiesta de
la Misericordia, desde el Viernes Santo. Él mismo le dictó
las intenciones para cada día. Por medio de una oración
específica, ella traería a su Corazón a diferentes
grupos de almas cada día y las sumergería en el mar de
su misericordia. Entonces, suplicaría al Padre, por el poder
de la Pasión de Jesús, que les concediera gracias a estas
almas.
Celebración de la Fiesta de la
Misericordia
Para observar la Fiesta de la Misericordia, debemos:
1.- Celebrar la Fiesta el domingo después de
la Pascua de Resurrección.
2.- Arrepentirnos sinceramente de todos nuestros pecados.
3.- Confiar por completo en Jesús.
4.- Confesarnos preferiblemente antes de ese domingo.
5.- Recibir la Santa Comunión el día
de la Fiesta.
6.- Venerar (hacer un acto o demostración de
profundo respeto religioso hacia ella por la persona a quien representa,
en este caso a nuestro Señor Jesucristo) la Imágen de
la Divina Misericordia.
7.- Ser misericordioso con los demás a través
de nuestras acciones, palabras y oraciones a nombre de ellos.
Deseo
Dijo el Señor a Sor Faustina: Durante esos nueve
días lleva a las almas a la fuente de mi misericordia para que
saquen fuerzas, alivio y toda gracia que necesiten para afrontar las
dificultades de la vida y especialmente en la hora de la muerte. Cada
día traerás a mi Corazón a un grupo diferente de
almas y las sumergirás en este mar de mi misericordia. Y a todas
estas almas yo las introduciré en la casa de mi Padre (…)
Cada día pedirás a mi Padre las gracias para estas almas
por mi amarga pasión.
NOVENA A LA DIVINA MISERICORDIA
Se recomienda que se recen las siguientes intenciones
y oraciones de la novena junto con la Coronilla de La Divina Misericordia,
ya que Nuestro Señor pidió específicamente una
novena de Coronillas, especialmente antes de la Fiesta de la Misericordia.
DÍAS
1
| 2
| 3
| 4
| 5
| 6
| 7
| 8
| 9
Cómo rezar la
Coronilla a la Divina Misericordia (Usando un rosario común)
Por la señal de la Santa Cruz, de nuetros enemigos,
libranos Señor Dios Nuestro.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo. Amén.
1.- Un Padre nuestro:
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado
sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu Voluntad
así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de
cada día; Perdona nuestras ofensas como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; y no nos dejes caer en tentación,
mas líbranos del mal, Amén.
2.- Un Ave María:
Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor
es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros
pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
3.- Un Credo de los Apóstoles:
Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de
la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro
Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu
Santo, nació de Santa María siempre Virgen, padeció
bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos, al tercer día resucitó
de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado
a la derecha de Dios Padre Todopoderoso. Desde allí vendrá
a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia
Católica, la comunión de los santos, el perdón
de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén.
4.- En la cuenta grande antes de cada decena:
Padre Eterno,
te ofrezco el Cuerpo y la Sangre,
el Alma y la Divinidad
de tu Amadísimo Hijo,
nuestro Señor Jesucristo.
para el perdón de nuestros pecados
y los del mundo entero.
5.- En las diez cuentas pequeñas de
cada decena:
Por su dolorosa Pasión,
ten misericordia de nosotros
y del mundo entero.
6.- Al final después de las cinco decenas:
Santo Dios
Santo Fuerte
Santo Inmortal,
ten piedad de nosotros
y del mundo entero.
(tres veces)
Hoy, tráeme a toda la humanidad y especialmente
a todos los pecadores, y sumérgelos en el mar de mi misericordia.
De esta forma, me consolarás de la amarga tristeza en que me
sume la pérdida de las almas.
Jesús misericordiosísimo, cuya naturaleza
es la de tener compasión de nosotros y de perdonarnos, no mires
nuestros pecados, sino la confianza que depositamos en tu bondad infinita.
Acógenos en la morada de tu Compasivísimo Corazón
y nunca los dejes escapar de él. Te lo suplicamos por tu amor
que te une al Padre y al Espíritu Santo.
Padre Eterno, mira con misericordia a toda la humanidad
y especialmente a los pobres pecadores que están encerrados en
el Compasivísimo Corazón de Jesús y por su dolorosa
Pasión muéstranos tu misericordia para que alabemos la
omnipotencia de tu misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
Coronilla de la Divina Misericordia.
Hoy, tráeme a las almas de los sacerdotes y los religiosos, y
sumérgelas en mi misericordia insondable. Fueron ellas las que
me dieron fortaleza para soportar mi amarga pasión. A través
de ellas, como a través de canales, mi misericordia fluye hacia
la humanidad.
Jesús Misericordiosísimo, de quien procede
todo bien, aumenta tu gracia en nosotros para que realicemos dignas
obras de misericordia, de manera que todos aquellos que nos vean, glorifiquen
al Padre de misericordia que está en el Cielo.
Padre Eterno, mira con misericordia al grupo elegido
de tu viña, a las almas de los sacerdotes y a las almas de los
religiosos; otórgales el poder de tu bendición. Por el
amor del Corazón de tu Hijo, en el cual están encerradas,
concédeles el poder de tu luz para que puedan guiar a otros en
el camino de la salvación y a una sola voz canten alabanzas a
tu misericordia sin límite por los siglos de los siglos. Amén.
Coronilla de la Divina Misericordia
Hoy, tráeme a todas las almas devotas y fieles, y sumérgelas
en el mar de mi misericordia. Estas almas me consolaron a lo largo del
vía crucis. Fueron una gota de consuelo en medio de un mar de
amargura.
Jesús Misericordiosísimo, que desde el
tesoro de tu misericordia les concedas a todos tus gracias en gran abundancia,
acógenos en la morada de tu Compasivísimo Corazón
y nunca nos dejes escapar de él. Te lo suplicamos por el inconcebible
amor tuyo con que tu Corazón arde por el Padre Celestial.
Padre Eterno, mira con misericordia a las almas fieles
como herencia de tu Hijo y por su dolorosa Pasión, concédeles
tu bendición y rodéalas con tu protección constante
para que no pierdan el amor y el tesoro de la santa fe, sino que con
toda la legión de los ángeles y los santos, glorifiquen
tu infinita misericordia por los siglos de los siglos. Amén.
Coronilla de la Divina Misericordia
Hoy, tráeme a aquellos que no creen en Dios y aquellos que todavía
no me conocen. También pensaba en ellos durante mi amarga pasión
y su futuro celo consoló mi Corazón. Sumérgelos
en el mar de mi misericordia.
Jesús Compasivísimo, que eres la Luz
del mundo entero, acoge en la morada de tu Piadosísimo Corazón
a las almas de aquellos que no creen en Dios y de aquellos que todavía
no te conocen. Que los rayos de tu gracia las iluminen para que también
ellas, unidas a nosotros, ensalcen tu misericordia admirable y no las
dejes salir de la morada de tu Compasivísimo Corazón.
Padre Eterno, vuelve tu mirada misericordiosa sobre
las almas de aquellos que no creen en ti y de los que todavía
no te conocen, pero que están encerradas en el Compasivísimo
Corazón de Jesús. Atráelas hacia la luz del Evangelio.
Estas almas desconocen la gran felicidad que es amarte. Concédeles
que también ellas ensalcen la generosidad de tu misericordia
por los siglos de los siglos. Amén.
Coronilla de la Divina Misericordia
Hoy, tráeme a las almas de los hermanos separados
y sumérgelas en el mar de mi misericordia. Durante mi amarga
Pasión, desgarraron mi Cuerpo y mi Corazón, es decir,
mi Iglesia. Según regresan a la Iglesia, mis llagas cicatrizan
y de este modo alivian mi Pasión.
Jesús Misericordiosísimo, que eres la
Bondad Misma, tú no niegas la luz a quienes te la piden. Acoge
en la morada de tu Compasivísimo Corazón a las almas de
nuestros hermanos separados y llévalas con tu luz a la unidad
con la Iglesia y no las dejes escapar de la morada de tu Compasivísimo
Corazón, sino haz que también ellas glorifiquen la generosidad
de tu misericordia.
Padre Eterno, mira con misericordia a las almas de
nuestros hermanos separados, especialmente a aquellos que han malgastado
tus bendiciones y han abusado de tus gracias por persistir obstinadamente
en sus errores. No mires sus errores, sino el amor de tu Hijo y su amarga
Pasión que sufrió por ellos, ya que también ellos
están encerrados en el Compasivísimo Corazón de
Jesús. Haz que también ellos glorifiquen tu gran misericordia
por los siglos de los siglos. Amén.
Coronilla de la Divina Misericordia
Hoy, tráeme a las almas mansas y humildes y
las almas de los niños pequeños y sumérgelas en
mi misericordia. Estas son las almas más semejantes a mi Corazón.
Ellas me fortalecieron durante mi amarga agonía. Las veía
como ángeles terrestres que velarían al pie de mis altares.
Sobre ellas derramo torrentes enteros de gracias. Solamente el alma
humilde es capaz de recibir mi gracia; concedo mi confianza a las almas
humildes.
Jesús Misericordiosísimo, tú mismo
has dicho: "Aprended de mí que soy manso y humilde de Corazón".
Acoge en la morada de tu Compasivísimo Corazón a las almas
mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños.
Estas almas llevan a todo el cielo al éxtasis y son las preferidas
del Padre Celestial. Son un ramillete perfumado ante el trono de Dios,
de cuyo perfume se deleita Dios mismo. Estas almas tienen una morada
permanente en tu Compasivísimo Corazón y cantan sin cesar
un himno de amor y misericordia por la eternidad.
Padre Eterno, mira con misericordia a las almas de
los niños pequeños que están encerradas en el Compasivísimo
Corazón de Jesús. Estas almas son las más semejantes
a tu Hijo. Su fragancia asciende desde la tierra y alcanza tu trono.
Padre de misericordia y de toda bondad, te suplico por el amor que tienes
por estas almas y el gozo que te proporcionan, bendice al mundo entero
para que todas las almas canten juntas las alabanzas de tu misericordia
por los siglos de los siglos. Amén.
Coronilla de la Divina Misericordia
Hoy, tráeme a las almas que veneran y glorifican
mi misericordia de modo especial y sumérgelas en mi misericordia.
Estas almas son las que más lamentaron mi Pasión y penetraron
más profundamente en mi Espíritu. Ellas son un reflejo
viviente de mi Corazón compasivo. Estas almas resplandecerán
con una luz especial en la vida futura. Ninguna de ellas irá
al fuego del infierno. Defenderé de modo especial a cada una
en la hora de la muerte.
Jesús Misericordiosísimo, cuyo Corazón
es el Amor mismo, acoge en la morada de tu Compasivísimo Corazón
a las almas que veneran y ensalzan de modo particular la grandeza de
tu misericordia. Estas almas son fuertes con el poder de Dios mismo.
En medio de toda clase de aflicciones y adversidades siguen adelante
confiadas en tu misericordia y unidas a ti, ellas cargan sobre sus hombros
a toda la humanidad. Esta almas no serán juzgadas severamente,
sino que tu misericordia las envolverá en la hora de la muerte.
Padre Eterno, mira con misericordia a aquellas almas
que glorifican y veneran tu mayor atributo, es decir, tu misericordia
insondable y que están encerradas en el compasivísimo
Corazón de Jesús. Estas almas son un Evangelio viviente,
sus manos están llenas de obras de misericordia y sus corazones
desbordantes de gozo cantan a ti, oh Altísimo, un canto de misericordia.
Te suplico, oh Dios, muéstrales tu misericordia según
la esperanza y la confianza que han puesto en ti. Que se cumpla en ellas
la promesa de Jesús quien les dijo que: "a las almas que
veneren esta infinita misericordia mía, yo Mismo las defenderé
como mi gloria durante sus vidas y especialmente en la hora de la muerte.
Amén.
Coronilla de la Divina Misericordia
Hoy, tráeme a las almas que están detenidas en el purgatorio
y sumérgelas en el abismo de mi misericordia. Que los torrentes
de mi Sangre refresquen el ardor del Purgatorio. Todas estas almas son
muy amadas por mí. Ellas cumplen con el justo castigo que se
debe a mi Justicia. Está en tu poder llevarles el alivio. Haz
uso de todas las indulgencias del tesoro de mi Iglesia y ofrécelas
en su nombre. Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren ofrecerías
continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías
las deudas que tienen con mi Justicia.
Jesús Misericordiosísimo, tú mismo
has dicho que deseas la misericordia, he aquí que yo llevo a
la morada de tu Compasivísimo Corazón a las almas del
Purgatorio, almas que te son muy queridas, pero que deben pagar su culpa
adecuada a tu Justicia. Que los torrentes de Sangre y Agua que brotaron
de tu Corazón, apaguen el fuego del Purgatorio para que también
allí sea glorificado el poder de tu misericordia.
Padre Eterno, mira con misericordia a las almas que
sufren en el Purgatorio y que están encerradas en el Compasivísimo
Corazón de Jesús. Te suplico por la dolorosa Pasión
de Jesús, tu Hijo, y por toda la amargura con la cual su Sacratísima
Alma fue inundada, muestra tu misericordia a las almas que están
bajo tu justo escrutinio. No las mires sino a través de las heridas
de Jesús, tu amadísimo Hijo, ya que creemos que tu bondad
y tu compasión no tienen límites. Amén.
Coronilla de la Divina Misericordia
Hoy, tráeme a las almas tibias y sumérgelas
en el abismo de mi misericordia. Estas almas son las que más
dolorosamente hieren mi Corazón. A causa de las almas tibias,
mi alma experimentó la más intensa repugnancia en el Huerto
de los Olivos. A causa de ellas dije: Padre, aleja de mí este
Cáliz, si es tu voluntad. Para ellas, la última tabla
de salvación consiste en recurrir a mi misericordia.
Jesús Misericordiosísimo, que eres la
compasión misma, te traigo a las almas tibias a la morada de
tu Piadosísimo Corazón. Que estas almas heladas que se
parecen a cadáveres y te llenan de gran repugnancia se calienten
con el fuego de tu amor puro. Oh Jesús Compasivísimo,
ejercita la omnipotencia de tu misericordia y atráelas al mismo
ardor de tu amor y concédeles el amor santo, porque tú
lo puedes todo.
Padre Eterno, mira con misericordia a las almas tibias
que, sin embargo, están encerradas en el Piadosísimo Corazón
de Jesús. Padre de la Misericordia, te suplico por la amarga
Pasión de tu Hijo y por su agonía de tres horas en la
cruz, permite que también ellas glorifiquen el abismo de tu misericordia.
Amén.
Coronilla de la Divina Misericordia
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