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Vivimos en una sociedad del trabajo. Esa sociedad tiene sus contravalores, entre ellos, el preconcepto contra la edad.
Actualmente, el joven es más valorizado que el anciano, porque tiene la capacidad de producir mientras el anciano no puede mas producir. Así, las personas son divididas en clases productivas e improductivas, activas e inactivas.
Necesitamos concientizarnos de que cada edad tiene su valor.
El Papa Pablo VI en una ocasión, hablaba para un grupo de personas ancianas: “En este mundo de alta tecnología, en el cual se juzga a los hombres en función de que ellos producen, los ancianos deben ser testigos de que hay aspectos de la vida que no se miden con el dinero como los valores humanos y culturales, morales y sociales.
Son los valores que hacen del ser humano, el hombre y la mujer, y no una maquina. Pero, para que los ancianos sean vistos como seres humanos, es necesario que hagan de su vejez una fase de vida realmente rica y bella, que de hecho confirme el elogio de las Sagradas Escrituras: “¡Qué bien les queda a los ancianos el ser sabios, y a los respetables dar consejos acertados! La experiencia es la corona de los viejos, y su mayor gloria es honrar a Dios” (Eclesiástico 25, 5-6).

Para una debida vivencia de la vejez y su verdadero sentido, se debe evitar cuatro peligros y considerar algunas actitudes a ser tomadas.

Peligros:
a) Negación de la vejez: personas que niegan estar envejeciendo y buscan obstinadamente permanecer jóvenes.
b) Rencor y envidia: en relación a los más jóvenes al punto de si alegrar con la miseria de ellos.
c) Fuga de la vejez: “cuando yo era joven, yo no era así… en aquel tiempo yo tenía amigos”.
d) Egoísmo durante la vejez: Hay personas ancianas que viven llorando miseria, pero, cuando mueren, dejan una considerable fortuna. Hay ancianos agresivos que no les gustan ver los niños jugando en el patio o de vecinos con costumbres diferentes.

Actitudes a ser tomadas:
1. Aceptación de la vejez: la aceptación de la vejez se transforma en tranquilidad y autoconfianza.
2. Aprender a ser desapegado y cultivar la sabiduría: que le permita conocer el verdadero sentido de las cosas. En ese momento, los de más edad tendrán que cambiar el trono del poder por el da sabiduría.
3. Saber enfrentar la soledad: deben estar disponibles a los demás: ayudar a otros a escribir cartas, tarjetas, contestar teléfonos, etc; el vacio ocasionado por la soledad puede abrir el corazón del hombre y hacerlo consciente de la presencia del Señor que habla en el silencio. El Señor está siempre con nosotros. Él nunca nos abandona. Él también experimentó la soledad en el Jardín de los Olivos y en la Cruz y por esto sabe cuanto es doloroso estar solo.
4. Buscar siempre que hacer algo: muchos hombres de edad avanzada realizaron obras esplendidas en su vejez. Sófocles tenía cerca de 80 años cuando escribió Édipo Rey. Goethe tenía más de 80 años cuando terminó Fausto. Michelángelo tenía cerca de 70 años cuando terminó la cúpula de San Piedro. Verdi, Haydn, Handel compusieron pesas inmortales con más de 70 años de edad.
5. No preocuparse solamente con el hecho de estar siempre ocupado: El Señor dice: “No vos inquietéis. Vengan a mí…” (Mateo 6).
6. Saber enfrentar lo inesperado: recuérdate que Abran tenía 75 años cuando tuvo que recomenzar su vida (Gn 12, 1-5).
7. Aceptar el sufrimiento: cuando acepto el sufrimiento en el nombre del Señor, esto tiene el poder redentor de salvar otras personas (2Cor 1,6; Cl 1,24).
8. Descubrir la alegría de envejecer: buscar alegrarse en los grupos de las parroquias, movimientos religiosos, cursos, etc. Vivir el consejo del apóstol: “Alégrense siempre” (Fl 4,4)
9. Redimir la vida por la contrición: mediante un arrepentimiento sincero sentir que, a pesar de nuestras fallas, la Providencia Divina jamás nos abandonará.
10. Buscar la plenitud: acordar dentro de nuestro interior, fuerzas interiores que permitan el desarrollo de nuevas dimensiones de la vida.
11. Profundizar la fe: dar testimonio de la sabiduría, de la bondad y del amor (Lucas 5,20).
12. Percibir el sentido de las cosas: uno de los grandes problemas en la vida de anciano, es sentirse inútil, el temor de servirse apenas para incomodar a los demás… Es necesario ver el sentido en las cosas y sobretodo en la vida. “Aquel que sabe el porqué de vivir, puede suportar prácticamente todos los impedimentos” (Nietzsche).
13. Aceptar el hecho de la muerte con alegría: asumirla con alegría, puesto que se trata del retorno a casa del Padre (Jn 14, 1-3).
Nuestra preocupación no debe ser dar años a nuestras vidas, sino vida a nuestros años.

 

Padre Ed Cunha.

 

 

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